martes, 22 de febrero de 2011

Glucogenosis: Clasificación

En este post hablaré de la clasificación de la glucogenosis en general, en sucesivos post entraré en cada uno de los tipos.

¿Qué es la glucogenosis?

Es un fallo en el metabolismo de los glúcidos. Existen varios tipos de glúcidos: monosacáridos, disacaridos, polisacáridos. La lactosa, fructosa, sacarosa son glúcidos. Cuando ingerimos hidratos de carbono o azúcares, estos se descomponen para dar energía al cerebro y los músculos, siendo ésta la principal fuente de energía. Cuando se produce un fallo, por un motivo X, no se obtiene la suficiente energía.
Son combustibles biológico que aportan energía inmediata a las células; son los responsables de mantener la actividad de los músculos, la temperatura corporal, la tensión arterial, el correcto funcionamiento del intestino y la actividad de las neuronas. También sirven para nutrirnos y prevenir enfermedades.

Tipos de Glucogenosis

Tipo 0

Los pacientes con este trastorno presentan hipoglucemias e hipercetosis en ayunas e hiperlacticoacidemias posprandiales. El hígado está ligeramente aumentado de tamaño y las manifestaciones clínicas son similares a las de las hipoglucemias cetósicas. La prueba del glucagón es anormal, con obtención de una curva plana de glucosa. La prueba de las hexosas produce un aumento de lactato. Al igual que la glucogenosis tipo III, el déficit se demuestra en el hígado y en los hematíes. El tratamiento consiste en comidas frecuentes ricas en proteínas para prevenir la hipoglucemia y la cetosis.


Otros defectos en la glucólisis que no causan acumulación de glucógeno. Se han descrito casos aislados con déficit de fosfoglicera-tocinasa, fosfoglicerato-mutasa o láctico-deshidrogenasa muscular. Estos pacientes presentan un cuadro clínico similar al de aquellos con glucogenosis tipo V.

Tipo Ia (enfermedad de Von Gierke)



Esta entidad se debe a la deficiencia de la enzima glucosa-6- fosfato-fosfatasa, que conduce a la incapacidad para la obtención de glucosa a través de la glucogenólisis y la gluconeogénesis.


Este trastorno se manifiesta ya en el primer año de vida por hipoglucemia sintomática, hepatomegalia, nefromegalia, facies redondeada e hipotrofia muscular. Las hipoglucemias, más o menos graves, se acompañan de acidosis láctica e hiperlipemia, que incluye tanto la elevación de los triglicéridos como del colesterol. La hepatomegalia y la nefromegalia son importante. La hiperuricemia, como consecuencia del aumento del metabolismo de las purinas y de la insuficiencia renal, adquiere gran importancia en los individuos afectos a partir de la adolescencia. Suelen desarrollarse adenomas hepáticos. Aparecen anemia moderada. Son frecuentes las diarreas por la malabsorción intestinal de la glucosa y osteoporosis.

El tratamiento se basa en evitar las hipoglucemias y la acidosis láctica mediante una alimentación frecuente durante el día y continua por sonda nasogástrica durante la noche. El régimen debe incluir un 60% de hidratos de carbono que no contengan galactosa o fructosa.
El trasplante hepático debe considerarse tras el fracaso de las otras posibilidades terapéuticas y para evitar las complicaciones, como la aparición de adenomas y su malignización. No es posible en la actualidad el diagnóstico prenatal.

Tipo Ib

Se debe a una deficiencia de la actividad translocasa microsomal. La función de esta enzima es el transporte de la G-6-P dentro del retículo endoplásmico, para su posterior hidrólisis por la glucosa-6-fosfato-fosfatasa.

Los individuos que padecen esta enfermedad presentan una clínica similar a la del tipo Ia, algo más grave y con dos rasgos típicos, la neutropenia y las infecciones recurrentes.


El tratamiento es el mismo que para la Ia. Tampoco es posible el diagnóstico prenatal.

Tipo II (enfermedad de Pompe)

La enfermedad de Pompe está originada por un problema genético que se manifiesta en la escasa o nula producción de la enzima denominada alpha-glucosidasa o maltasa ácida. Como consecuencia de esta deficiencia, la transformación del glucógeno no se efectúa adecuadamente y, por tanto, se acumula en los músculos, impidiendo un funcionamiento adecuado de los mismos.


La gravedad depende de la edad en la que se manifiesta y también de la intensidad con la que lo hace. En todo caso, a menor edad, la incidencia muscular es mayor y las perspectivas son peores.

El tipo II-a identifica a los niños que muestran claramente en sus primeros meses de vida los síntomas de la enfermedad. Estos niños, normalmente, no tienen una esperanza de vida superior a los dos años.
La II-b es el la que se refiere a la forma llamada juvenil; los síntomas se pueden manifestar durante la infancia. Finalmente, se utiliza el término II-c para los casos de Pompe que afectan a los adultos.
También existe un tipo intermedio: es el que se manifiesta en niños que no pueden ser adscritos a los recién nacidos ni tampoco se les puede calificar como jóvenes. Es una forma que algunos denominan híbrida.

Tipo III (enfermedad de Cori)

Esta entidad se debe a la deficiencia de la enzima desramificante, amilo-a-1,6-glucosidasa.

Clínicamente estos pacientes pueden presentar hipoglucemias a partir del primer año de vida, junto con una clínica muy similar a la del tipo Ia pero más leve. Sin embargo, se diferencia de esta última por la presencia de esplenomegalia y porque ésta disminuye, al igual que la hepatomegalia, con la edad.

En general evolucionan con la edad a miopatía muscular, que puede causar incapacidad en los adultos. Alrededor del 80% de los pacientes presentan hipoglucemia en ayunas, con elevación de colesterol y triglicéridos mucho más atenuada que en el tipo Ia; nunca se detecta hiperuricemia.


El diagnóstico se basa en la demostración de la acumulación de glucógeno, de la deficiencia de amilo a-1,6-gluco-sidasa en hematíes y de la presencia de oligosacáridos ricos en glucosa en la orina.

El tratamiento es el mismo que para la glucogenosis tipo I, pero dado que las hipoglucemias no son tan intensas, sólo en los casos más graves se requiere la alimentación nocturna naso-gástrica.

En la mayoría de los casos es suficiente una comida nocturna. Se puede añadir galactosa y fructosa y también proteínas, siempre que el 40-50% del aporte calórico total proceda de los hidratos de carbono.

Tipo IV (enfermedad de Andersen)

Esta glucogenosis está causada por la deficiencia de la enzima ramificante amilo a-1,4-1,6-glucotransferasa.

Clínicamente estos pacientes presentan, en el período de lactancia, hepatosplenomegalia progresiva, hipotonía muy intensa y atrofia muscular, con desarrollo consiguiente de cirrosis hepática a causa de la acumulación de glucógeno de estructura anormal, sin ramificaciones. Los pacientes fallecen en el segundo año de vida por insuficiencia hepática y cardiopatía. Presentan una hepatopatía grave, sin hipoglucemias y con unos niveles de glucógeno dentro de la normalidad.

El diagnóstico prenatal es posible utilizando tanto amniocitos como vellosidades coriónicas cultivadas.

Tipo V (enfermedad de McArdle)

Está causada por la deficiencia de la enzima fosforilasa muscular.

Clínicamente estos pacientes presentan intolerancia al ejercicio, asociada a mialgias y debilidad muscular, que desaparece en el reposo. En la mitad de los casos se producen mioglobinuria e insuficiencia renal.

La edad de aparición más frecuente es la infancia. Sin embargo, existe una gran variabilidad fenotípica, que comprende desde una miopatía infantil fatal hasta una miopatía moderada de aparición en la cuarta o la quinta décadas. El diagnóstico definitivo se establece mediante la determinación de fosforilasa en músculo obtenido por biopsia.

Tipo VI (enfermedad de Hers)

En este grupo se incluyen los pacientes que presentan déficit de la actividad fosforilasa no muscular.


El déficit de fosforilasa puede estar causado tanto por una alteración de la fosforilasa per se como por una mutación en los genes que codifican cada una de las cuatro subunidades de la fosforilasa-b-cinasa. Así pues, dentro de este grupo se incluyen:

- déficit de fosforilasa hepática, de herencia autosómica recesiva;

- déficit de fosforilasa-b-cinasa hepática, ligada al cromosoma X o autosómica recesiva, y

- déficit de la fosforilasa-b-cinasa hepática y muscular de herencia autosómica recesiva.

Las manifestaciones más frecuentes son la hepatomegalia, el retraso motor y del crecimiento y la hiperlipemia. Algunos pacientes presentan hipoglucemia cetósica en ayunas. En ciertos pacientes la prueba de la galactosa se halla alterada, con aumento del ácido láctico, mientras que en otros es normal.

La prueba de estimulación del glucagón es muy variable y poco informativa. Se han descrito algunos pacientes con déficit sólo de la fosforilasa-cinasa muscular y con una presentación clínica variable desde una miopatía grave en la infancia hasta una intolerancia al ejercicio en un paciente adulto.

El diagnóstico diferencial con las glucogenosis tipos I y III se basa en la sintomatología, mucho más benigna, que en ocasiones ni siquiera justifica la biopsia hepática.
En la mayoría de los casos no se requiere una terapia especial.

Tipo VII (enfermedad de Tauri)

Se debe a la deficiencia de la enzima fosfofructocinasa, cuya función es fosforilar la fructosa-6-fosfato a fructosa-1,6-difosfato. Por lo tanto, un bloqueo de este paso determina la incapacidad para la obtención de energía a partir de la glucosa libre o del glucógeno.

Los pacientes afectos de esta deficiencia presentan una miopatía muscular con intolerancia al ejercicio acompañado de calambres, mioglobinuria e hiperuricemia. Estos dos últimos síntomas son menos acusados que en la glucogenosis tipo V, entidad clínicamente muy similar. Se diferencia, además, de esta última porque los pacientes presentan anemia hemolítica (como consecuencia del déficit parcial de la fosfofructocinasa eritrocitaria).


El diagnóstico se basa en la demostración del dé-ficit enzimático en el músculo y el déficit parcial en los hematíes.

Estos pacientes no requieren una terapia específica, pero es recomendable, a diferencia de las otras glucogenosis, no tomar hidratos de carbono antes del ejercicio, ya que provocan una disminución de los ácidos grasos libres y cuerpos cetónicos, única fuente alternativa del músculo en estos pacientes.

Nota de la autora del blog:
Parte de la fuente de este texto se ha extraído de: http://www.glucogenosis.org/documentos.asp?m=21 puedes ampliar conocimientos allí. Además se trata de la asociación española de pacientes con glucogenosis. Con teléfonos de contacto donde recibirás toda la información que necesites

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